El Restaurante Los Abetos presenta el próximo jueves 22 de octubre de 2015 un maridaje con Bodegas Figuero. El clon de tempranillo y Viña Vieja. El clon de tempranillo de las viñas de la Familia García Figuero procede de cepas prefiloxéricas gracias a los religiosos franceses llegados a La Horra en 1908. Estos dedicaron sus esfuerzos entre 1912 y 1920, tras la terrible plaga de la filoxera, a replantar viñedo en la La Horra con las mejores cepas, aquellas ya perfectamente adaptadas al riguroso clima de la zona.
En los años posteriores, la Familia García y la Familia Figuero continuaron plantado viñedos con el mismo sistema. Más tarde, José María fue seleccionando las parcelas que daban la mejor uva y, fruto de ese trabajo durante toda una vida, hoy disfrutamos de una selección exclusiva de 21 parcelas de viña vieja con más de sesenta años.
Se proyecta y realiza la edificación de la bodega Figuero, para dar continuidad al proceso natural desarrollado en la viña, y como el espacio donde se culmina la vinificación.
El proyecto arquitectónico es obra de Esther Regidor. Por su relación directa con La Horra, Regidor es consciente de la necesidad de englobar en dicho proyecto la arquitectura con la viña y los distintos procesos del vino, y se convierte en la persona ideal para su materialización. El resultado, una bodega tradicional, moderna, bioclimática y eficaz.
Asentada sobre una suave ladera, con volúmenes propios de la tipología de bodegas, permite la vinificación por gravedad. Se aprovechan la mejor orientación, y el nivel freático, para de forma natural obtener las condiciones óptimas de temperatura, humedad y ventilación, imprescindibles en la elaboración del vino.
El edificio se resuelve con espacios sencillos, formas arquitectónicas rectas y puras que se introducen en el terreno para posteriormente emerger, con materiales utilizados tradicionalmente, piedra natural, madera, metal como material más noble, para potenciar el único volumen que emerge totalmente al exterior, y el vidrio que permite la unión visual con el entorno.
Los espacios interiores se distribuyen en zonas diferenciadas por su función, todas ellas mantienen el mismo nivel de solado, por lo que el tránsito de una a otra se produce de manera sencilla en el movimiento y rotunda en el aspecto. Las áreas de crianza y embotellado, tienen cabida en naves enterradas, de planta rectangular, con esbeltos pilares de más de 10 m. de altura, que soportan el terreno natural y únicamente se manifiestan al exterior mediante las “zarceras” que permiten la ventilación, de la misma manera que lo hacen las bodegas del siglo XII existentes en la zona.
La zona de tránsito al exterior es un bloque revestido con piedra del lugar, colocada sin tratar, que emerge del terreno, delimitando el espacio destinado a recepción y expedición. Este espacio totalmente acristalado y diáfano permite una relación visual con el entorno y la comunicación interior a través de la triple altura generada en el edificio, convirtiéndose en un lugar para la comunicación.
Coronando todas las naves funcionales que se encuentran enterradas, se sitúa el prisma que alberga la sala de catas, con un gran ventanal que nos deja contemplar los viñedos circundantes y cobijar con su vuelo la entrada de la fachada principal.